Un día, una niña me trajo una concha de caracol de regalo (como ya había hecho otras veces antes).
La dejamos en la mesa del maestro y... ¡oh, sorpresa! ¡La concha empezó a moverse!
Resultó que su dueño aún vivía ahí y se preguntaba qué estaba pasando. Después de darse un paseo por el bote de los sacapuntas lo llevamos a una zona de hiedra del patio donde pudo seguir con su vida sin más sobresaltos...
Para ver el vídeo haz clic en el siguiente enlace: http://youtu.be/UELv9_edIUA
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